El cubo de la Almudena

El cubo de la Almudena fue representado en las fiestas del Corpus Christi de 1651 y, aunque no consta en los documentos qué auto lo acompañó, hay bastantes alusiones cruzadas entre este texto y el de La semilla y la cizaña que dejan entender que se representaron en conexión. Calderón se basa en las diversas leyendas y literatura existente en torno a la figura de la virgen de la Almudena, patrona de la villa de Madrid, para escribir este auto. La historia de una imagen ocultada por los godos en la muralla de la villa durante la toma de la ciudad por los árabes y su posterior y milagrosa recuperación 400 años más tarde son los ejes temáticos de la pieza. Sin embargo, la materia es libremente tratada por el dramaturgo, que sigue la preceptiva aristotélica según la que se defiende “la libertad creadora del poeta frente a los datos históricos que forman la materia prima.” Esta edición crítica, llevada a cabo por Luis Galván, tiene en cuenta los once testimonios manuscritos y las cinco ediciones impresas a través de la cuales se ha transmitido el texto. En la introducción también se ha realizado un interesante cotejo entre este auto y otro anterior, El socorro general, pues ya Ignacio Arellano había notado correspondencias entre ambos. Tenemos así un caso de reescritura de algunos pasajes, recurso muy habitual en la obra de Pedro Calderón de la Barca.