Dime que no es un sueño

Mallorca, siglo XVII. Biel, un joven judío aprendiz de medicina, asiste el nacimiento de una niña pese a que su tradición advierte de que puede caer bajo una maldición. Años más tarde, ambos se reencuentran y se enamoran perdidamente, pero Isabel está a punto de contraer un matrimonio concertado. En una época de persecución e intolerancia hacia los judíos, mantienen una relación prohibida, a través de los sueños, que condicionará sus vidas. Valencia, en la actualidad. Isabella sobrevive a duras penas a la desaparición de su marido. Un misterioso amante se cuela en sus sueños y la perturba con imágenes de una época irreconocible. Su confusión aumenta al descubrir que Biel es real. Además, es antipático, presumido, y no dejan de coincidir en todas partes. Sin embargo, hay algo en él que la empuja a arriesgarse. Esos ojos, azules como un mar embravecido, la contemplan y la persiguen en sus fantasías nocturnas. La historia de ambas mujeres confluyen en una misma. El pasado y el presente se funden en sueños. Un amor que trasciende el tiempo y la muerte. Anabel Botella se consolida como una de las mejores autoras